Plain rice under the stars

Parece contradictorio todo el tiempo que tengo aquí para estar viendo un atardecer de colores pastel día tras día, y lo difícil que es encontrar un momento a solas para escribir.
Me gustaría explicar tanto y hablar de tantas cosas, pero quizá algo que sucedió hace tan solo dos semanas, se entremezcla con todo lo que ha sucedido hasta hoy. Me gustaría hablar de la magia de Rishikesh, de las aventuras en el tren, del amor y la humildad incondicional de la gente... pero desde este presente, solo puedo hablaros de la comida, las carras al baño y la maravillosa naturaleza, que tan olvidada tenemos enfrente de estas pantallas.
Me he puesto malita...surprise! Es lo más común en la India sí, y no es la primera vez, pero cuánto anula como persona! ¿Detalles? Supongo que una de las hojas de espinaca de la ensalada que comí hace tres días, estaba lo suficientemente sucia para poner mi estómago totalmente del revés. Supongo que me siento mejor culpando a algo o a alguien, como a los camareros que no se esforzaron lo suficiente en lavar esa maldita hoja...pero quizá no me lavé bien las manos, el plato estaba sucio... Infinidad de posibilidades en el país donde dicen que todo es posible. ¿Más detalles? Náusea, vómitos, superolfato modo on, aversión a todo tipo de olor o comida, más visitas al baño de lo habitual, 0 energías y bueno, finalmente hoy un poco de arroz blanco y un poco de sol.

Hoy me encuentro mucho mejor, he sido capaz de comer y no tener que retirarme a ala cama o al baño, he salido a pasear, he hecho la colada...y las ganas de India pace que retornan! Estos días lo único que podía pensar era qué hago yo aquí! Que agotador, que comida más olorosa y brr...cómo evitar otra intoxicación, mi cama, la comida navideña que voy a perderme y un largo etc. No es la primera vez que pienso esto pero...

Hay una segunda parte en todo esto, y es que he tenido la suerte de caer enferma aquí, en Gokarna. Estoy en una de sus playas durmiendo en un pequeño "hut" hecho de troncos y hojas, con el suelo de arena y la ducha bajo las estrellas. La playa a 20 metros y el atardecer ante mí, cada día.

La playa, la sal, las vacas, los perros y el sol como reloj.
Me pregunto si había visto nunca unas puestas de sol como las que estoy viendo aquí; ¿quizá no presté suficiente atención? Desde aquí puedo apreciar el distanciamiento que existe entre nosotros y la naturaleza en occidente, tanto el causado por las distintas contaminaciones que nos impiden ver las estrellas, como el poco tiempo que decidimos dedicarle ¿o dedicarnos?
Hablo desde una perspectiva y un estilo de vida, temporal, totalmente libre de responsabilidades y, obviamente, eso cambia las cosas. No cambia el hecho del olvido o del aprecio que ya no tenemos hacia nuestra gran nutriente, la naturaleza.

¿Cuando vimos un bonito atardecer porque elegimos verlo?
Entre la alarma, el café para llevar por favor, el metro que llega tarde, mierda siempre acabo yendo con prisas, hoy termino de escribir el email, luego he quedado con Marta, ah y tengo que llamar a Pablo, y la compra, y el banco, y la vida misma que nos pasa por delante como tantos amaneces y puestas de sol que ni atisbamos a ver por la ventana.

¿Porque no nos proponemos ver alguna más a menudo? ¿Una a la semana? Empecemos con el lunes...

La puesta de sol desde Kudle beach